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Fue decisivo para que el Barça llegara al descanso con empate. Se achicó en el 1-1, en el que la mala suerte hizo el resto, pero evitó el 2-1 en chuts venenosos de Merino, en dos oportunidades, y David Silva, sobre todo ante este último, con un paradón junto a la base del poste.
Es evidente que por la banda no es para él una posición cómoda, pero lo hace por la causa. Sus mejores acciones defensivas fueron cuando hizo sus ayudas hacia el centro.
Una combinación de infortunio y endeblez ante Isak acabó en gol. No tiene mucha suerte en este tipo de duelos con delanteros que cuerpean. Su virtud, vista otras veces, es no darle más vueltas y seguir jugando sin rémoras psicológicas.
En la línea de tres, que conoce bien de sus días en el Chelsea, no la sintió impropia, aunque allí estaba más ajustada y lo acusó en la primera parte. Tras el descanso, como todo el equipo, ya fue otra historia.
Protagonizó una gran carrera para el 0-1, que acabó con gran sangre fría poniéndola para el remate de Lewandowski. Además, le sacó una amarilla a Elustondo en una contra, señal de que ya le intimidó su vigor. Sustituido a la hora de un partido que, sin embargo, le dio credibilidad para el futuro.
Se durmió al perder un balón crucial que propició el gol de la Real. Por su afán de enmendar el fallo se le fue alguna pelota más en la conducción . No le salió un partido como para dudar que Busquets no vuelva a ser el mediocentro titular.
Quiso parar o acelerar el ritmo de partido para que no fuera un ida y vuelta, pero durante un rato no todos lo interpretaron igual. Dejó detalles de mago, especialmente ese pase interior a Ansu, preludio del 1-3.
Nunca falta su agresividad, aunque se echó de menos más claridad con la pelota. Fruto de esa atención activa permamente se procuró una ocasión de gol tras un robo astuto cerca del área.
Hasta que no entró el factor que cambió el partido, Ansu, el francés fue una amenaza latente, pero mucho más lo segundo que lo primero. Marcó el gol que liberó de tensión al Barça, ese 1-2 con remate cruzado raso con la izquierda, muy de su escuela.
Invitó a todos a su fiesta de 34 cumpleaños, que empezó a celebrar desde el primer minuto. Golazo para comenzar tras un movimiento maestro de 9 y, con Ansu de socio, primer doblete en la Liga. Sopló las velas con una imaginativa asistencia a Ansu.
Intentó conectar su disparo en un par de oportunidades, una de las cuales casi acabó en gol. Falto de rodaje, le faltó mayor intervención en la elaboración del juego. Xavi le cambió a la hora de partido por Ansu, la llave que abrió todas las puertas.
Tuvo un impacto inmediato en el guión del partido. Es difícil ser más determinante en menos tiempo. Con gran personalidad metió el miedo en el cuerpo al rival desde el primer balón que tocó. Inventó dos asistencias, una de ellas mágica con el tacón, y se despidió con un gol de sangre fría 'romariana', que pusieron el broche a la labor del jugador que lo cambió todo.
Entrando desde el banquillo, también transmitió sensación de trascendencia cuando le llegó la pelota.
Tras la demostración física de Balde, el veterano se incorporó para que ya no pasara gran cosa con un dibujo un poco más precavido.
Ingresó para clausurar un partido ya decidido.
También pisó el césped cuando todo estaba dicho, simplemente para dar carpetazo al asunto.
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