Tuve en mi poder una fotografía en la que consta un grupo de damas gonzanameñas que lucharon denodada y cívicamente por la cantonización de Gonzanamá, bajo el liderazgo de Dominga Beatriz León Andrade, mujer reconocida como la heroína de voz altiva que, en una memorable sesión de la Asamblea Nacional, increpó a uno de los legisladores lojanos que se oponía a esa anhelada aspiración con expresiones y calificativos ofensivos a esa tierra, que para entonces era una parroquia rural del cantón Loja. Ante la noble actitud de la señora León Andrade, el Dr. Francisco Arízaga, presidente de la Asamblea Nacional, exclamó: “Tiene usted perfecto derecho de defender a su tierra; pueblos que tienen matronas como usted, bien merecen ser cantonizados”.
Parte de ese grupo también fue Luz Victoria Herrera Sánchez de Velasteguí, quien durante su vida se destacó en distintos ámbitos y sirvió a Loja ejerciendo importantes funciones. En el año 2014 el Municipio del Distrito Metropolitano de Quito le confirió el Premio Manuela Espejo en circunstancias que cumplía noventa y cuatro años de edad. En dicho acto, ante el aplauso y la ovación de los asistentes, apagó muy emocionada las velas de festejo por su cumpleaños.
La recuerdo como una mujer amable y sencilla que siempre contó con el apoyo de su esposo quien la transportaba en moto. Fue muy apreciada por la colectividad lojana.
Al final y luego de años y años de haber bregado a través de una verdadera minga cívica, los gonzanameños alcanzaron su cantonización, el 27 de septiembre de 1943. Ese día el pueblo festejó el acontecimiento con alborozo en las calles; las campanas lanzaban al viento su alegría; la gente iba de casa en casa motivando para que todos se llenen de fervor cívico y para que proclamen la dignidad de un pueblo altivo que inclaudicablemente luchó por su futuro.
Esa fotografía obsequié a mi amigo Rómulo Ojeda como un gesto de gratitud por haberme invitado a visitar la “Capital Agrícola, Ganadera y Artesanal del Sur del País”, como se conoce a Gonzanamá.
Cuando ingresamos a esa apacible ciudad tuve la impresión de sentir que las inspiradas odas de Javier Draucín Simancas y de Armando Costa Febres, moraban en cada rincón de ese terruño de gente culta, distinguida y generosa.
Sentados en una banca del parque central y antes de servirnos las sabrosas arvejas con guineo, Rómulo me dijo que, probablemente, la fotografía fue tomada en casa de Víctor Manuel Carrión Febres, apuntando con el dedo hacia una construcción patrimonial esquinera de dos plantas, con su amplio salón de grandes ventanales y un panorámico balcón. Ese fue el sitio de recepción en los grandes acontecimientos sociales y políticos. Se la conocía como “La Casa del Pueblo”.
Al otro lado estaba la enorme edificación de Manuel Benjamín Espinosa Alvarado, que a principios del siglo XX daba albergue a los forasteros que estaban de paso. Sus varias habitaciones servían de bodegas para acaudalados comerciantes, como los Mahuad y los Chalela. En su patio interior se realizaban espectáculos circenses y obras de teatro en tiempos de fiestas religiosas y comerciales.
Me mostró el Santuario del Señor del Buen Suceso, cuya imagen fue tallada por Diego de Robles en el siglo XVI y traída a la tierra de los “Gonzanamaes” por los Padres Dominicos. La celebración de la “Fiesta del Señor” comienza el 18 de agosto de cada año con la participación de peregrinos de todas las latitudes del país y del norte del Perú.
Le pregunté por el sacerdote gonzanameño, Dr. Lautaro Vicente Loaiza Luzuriaga. No cabe duda que fue uno de los más prominentes sacerdotes de la provincia de Loja. Apasionado por la educación, la cultura y el progreso de los pueblos. Su obra ha dejado una profunda huella a lo largo y ancho de la provincia de Loja. Luchó vehementemente por las reivindicaciones de la clase obrera. Creó algunos periódicos. Promovió e impulsó la construcción del ferrocarril Puerto Bolívar, Loja, Zamora, cuyo sueño de truncó por el egoísmo de los poderes centrales. Fue un prohombre, respondió.
Me dijo que los gonzanameños se sienten orgullosos porque en su tierra nacieron grandes hombres y mujeres de la patria, como el Dr. Isidro Ayora Cueva quien fue Presiente del Consejo Municipal de Quito, Rector de la Universidad Central y Presidente de la República, en cuyo ejercicio propugnó la más grande revolución institucional del país con la creación del Ministerio de Previsión Social y Trabajo, el Banco Central del Ecuador, el Banco Hipotecario (hoy de Fomento), la Caja de Pensiones y Jubilaciones (hoy Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social), el Servicio Geográfico Militar, la Procuraduría General de la Nación, la Contraloría General del Estado y la Superintendencia de Bancos, entre otras entidades.
En Gonzanamá también nació el Dr. Manuel Benigno Cueva Betancourt, quien fue senador y diputado por Loja, Ministro de la Corte Superior de Justicia y Vicepresidente de la República en la época de Eloy Alfaro. Falleció con la fama de ser hombre honrado y patriota.
Son tantos los personajes gonzanameños que se han destacado en el ámbito productivo, político, intelectual, religioso, deportivo y de compromiso social, que la lista sería muy extensa. Queda simplemente reconocer que esos personajes hicieron de Gonzanamá la niña de los ojos de Loja. El distinguido investigador y escritor, Francisco Gregorio Ludeña León, en su valioso libro «Protagonistas Gonzanameños de ayer, hoy y siempre», que es fuente de este relato, brinda un valioso aporte para conocer a cabalidad la valía de hombres y mujeres ilustres de ese bello jirón de la patria.
No obstante, apellidos como Bravo, Ojeda, Ludeña, León, Palacio, Luna, Espinoza, Cevallos, Godoy, Ordoñez, Martínez y Betancourt, corresponden a personajes de grata y afectuosa recordación.
Rómulo me contó que desde que Zoila Hortensia Betancourt motivó a las mujeres para promover el arte del tejido, Gonzanamá se constituyó en un centro artesanal de importancia para la elaboración de hamacas, ponchos, alforjas, jergas, bolsos y aperos. Lo hacen en telares rudimentarios llamados kaulla, cuyo manejo es realmente un espectáculo folclórico.
Se refirió a la vida social de los gonzanameños en tiempos de antaño, haciendo notorio que el festejo por el onomástico o cumpleaños de alguien duraba tres días. Para este efecto se ahumaban en la cocina piernas de chancho durante un mes, y se alistaban las guitarras y el fino licor Italia, un aguardiente de uvas producido en el Perú.
En horas de la tarde retornamos a Loja impresionado por el valor que Gonzanamá representa en el contexto de nuestra querida provincia y gratamente dichoso por haber estado en la tierra de María Elena Cevallos e Ismael Betancourt, distinguidos amigos que con su trayectoria de servicio han contribuido al desarrollo de Loja.
Luz Victoria Herrera Sánchez. Nació en 1920, ha sido maestra en varios establecimientos de la provincia y del país. Ha ocupado cargos como Supervisora provincial de Educación de Loja, Procuradora de la Regional 7 del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social de Loja, además fue delegada Provincial del IECE.
Victoria Herrera de Velasteguí Nació el 8 de marzo de 1920 en el cantón Gonzanamá. A los siete años de edad su padre la trajo a vivir a Loja. Sus estudios primarios los realizó en La Inmaculada y el Protectorado – actualmente escuela 18 de noviembre-, y los secundarios en el colegio Bernardo Valdivieso, donde se graduó con el título de bachiller en Filosofía y Letras el 23 de julio de 1942. En la universidad cursó la carrera de Derecho en la Universidad Nacional de Loja y se graduó como Licenciada en Ciencias Políticas y Sociales y, posteriormente, alcanza el título de doctora en Jurisprudencia y abogada de la República en 1964. Durante su vida se destacó en distintos ámbitos, como legisladora, asesora jurídica de la Dirección Provincial de Educación de Loja, Directora Regional del IECE, Procuradora del IESS de Loja y Zamora Chinchipe. También se desempeñó como directora provincial de la Cruz Roja de Loja, presidenta de las Mujeres Juristas del Ecuador, presidenta de la Asociación Lojana Amigos de las Orquídeas. En el año 2014 se le confirió el Premio Manuela Espejo, por parte del Municipio de Quito. En aquella ocasión dijo que “este homenaje es para quienes trabajan en el agro con sus manos encallecidas, a la obrera de fábricas y talleres, a la profesional, a la estudiante, a la religiosa… para que nos unamos en plegaria a Dios y, desde el santuario de las actividades, luchar unidas para conseguir la paz, que se destierre el odio, la sangre y la crueldad existente en el universo”. La distinguida dama lojana Victoria Herrera de Velasteguí, quien a lo largo de su vida cumplió una importante labor como educadora, escritora, defensora los derechos de la mujer, la justicia social e igualdad y, sobre todo, una amante de la naturaleza. Sus últimos años estuvo dedicada al cultivo de las orquídeas. Falleció a la edad de 96 años, el 6 de marzo de 2016.
Luz Victoria Herrera Sánchez, abogada lojana que ayer cumplió 94 años, recibió del Municipio de Quito el Premio ‘Manuela Espejo’, porque ha dedicado varios años de su vida a educar a los jóvenes de su provincia, además de luchar por la justicia social e igualdad, defender de forma apasionada los derechos de la mujer y por ser una amante de la naturaleza. Además, se galardonó con mención de honor a Elsa Mejía Mora, destacada protagonista comunitaria que busca siempre contribuir en la gestión de obras de interés para la sociedad y que lucha por una mejor calidad de vida de quienes habitan en Quito. Otra de las homenajeadas fue Tatiana Benalcázar, ingeniera electrónica que construyó el primer prototipo de vitrectomía para cirugía ocular, tecnología que ha permitido realizar investigaciones orientadas a mejorar la salud de las personas.
Luego, ante el aplauso y la ovación de los asistentes, apagó muy emocionada las velas de su onomástico. Mujer envidiable A sus 94 años, con una lucidez impresionante y una hoja de vida envidiable, Luz Victoria Herrera Sánchez dijo que el reconocimiento entregado ayer, Día Internacional de la Mujer, lo dedicaba a todas las mujeres ecuatorianas. “Este homenaje es para quienes trabajan en el agro con sus manos encallecidas, a la obrera de fábricas y talleres, a la profesional, a la estudiante, a la religiosa… para que nos unamos en plegaria a Dios y, desde el santuario de las actividades, luchar unidas para conseguir la paz, que se destierre el odio, la sangre y la crueldad existente en el universo”, señaló durante su discurso, que fue combinado entre la lectura y la improvisación. Luego, ante el aplauso y la ovación de los asistentes, apagó muy emocionada las velas de su onomástico.
Hola Efrain. Maria Beatriz Cueva se bautiza en Gonzanama el 30 de octubre de 1844; hija de Juan Cueva y María Rosa Betancur.
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