Damián hace 7 días Deja tu comentario
En El libro de todos los amores, de Agustín Fernández Mallo, se habla de una esfera perfecta de vinilo que contiene la voz de toda la existencia de una persona. Lo más cercano a ese objeto imposible serían las carreras discográficas de los grupos de música longevos, con sus diferentes etapas de sonido y pensamiento. Ese registro de momentos artísticos alcanza ya los doce discos (contando los directos) en La Vela Puerca. Casi toda una vida en vinilo.
Quizá por ello han titulado a su último álbum DISCOPÁTICO, que la banda define como “ aquel que ostenta la enfermedad de los discos. Esta afecta al disco intermusical que se encuentra formado por una sustancia vinílica llamada LP. Está alojada entre cada surco y su función es proporcionar felicidad a los oídos ”. Una reivindicación de la durabilidad de la banda uruguaya, del formato físico, del melómano y del coleccionista, todos amenazados por las nuevas formas de consumo musical pero sin culminar en magnicidios. En DISCOPÁTICO, La Vela continúa dándole vueltas a su manera de expresar rock. Para ello, han empezado a construir las canciones a partir del bajo, han contado con la producción del afamado Ale Vázquez y han colaborado con Diego Arquero, Tito Fuentes (Molotov, guitarra), Andrea Echeverri (Aterciopelados, voz), Mauricio Ortiz (No Te Va Gustar, saxo), Lucia Vecino (coros), Patricio Villarejo (cello), Manuel Ferreiro (pandereta, shaker, coros), Martín Moron (trombón), Maraino Otero (arreglo de cuerda) y Nacho Algorta (arreglo de vientos). El resultado es el clásico cancionero compacto de La Vela Puerca, solo que un poco más grave en sonido y letras, batido con la impronta de los colaboradores y saborizado con unas gotitas de funk y psicodelia.
Para seguir, hay que parar y resolver , dice Sebastián Teysera a capela en la intro de Contra el viento. La Vela Puerca vuelve con su aceptación festiva de la realidad, con su enfrentar amable, de como mucho cuatro minutitos, entre la buena onda crítica y la resignación activa. Sin embargo, musicalmente se nota la voluntad de prueba desde la primera instrumentación. Las melodías de DESTILAR se espantan al segundo 10 de DISCOPÁTICO con una percusión y un bajo que enrarecen el pop hacia la psicodelia (moderada) que anuncia la portada. Con un pasaje de teclado y coro final, las elevaciones del tema se siguen sosteniendo gracias al discurso sensato de El Enano y a los vientos típicos que mueven La Vela : Para pedir amor hay que andar / Preparando el fuego / Para aceptarlo hay que enfrentar / Mucho más que miedo / No se como te va / Yo creo que voy bien / La muerte en su lugar / Prendidos otra vez.
Un outfit roquero, con algún arreglito más, para la enumeración de puertas de salida hacia la chacra Teysera. Si en la canción anterior se forjaba la vida contra el viento, aquí se asume que a veces te arrastra, pero puedes sobrevivirlo con indiferencia: Me chupa un huevo todo / Si este mundo me quiere arrodillar . Y si en el corte anterior el tiempo no sabía distinguir si lo que hacemos aquí vale la pena, en Plan de fuga da la oportunidad de reiniciar las cuentas para redimir la tristeza: …llorando la primera vez / Pagué lo que me resta . La Vela Puerca es un butrón en el aburrimiento. Confía en mí: Sabes que puedo .
Fraseos inmediatos sobre un hormigueo funk que cantan que hemos perdido, como humanidad, el Tesoro que era la inconsciencia . La candidez y el arrebato, enterradas y olvidadas en el plan. ¿En qué cajón dejamos la belleza voluntariamente marginada del sistema? Si me apurás / Yo sé que hoy / Recuerdo casi todo . Entre el bajo acelerado salen guitarras suaves y nubosas. La Vela Puerca critica el coste moral que criptopagamos sin pudor por la popularidad: Tengo que hacerme viral / Aunque me deformen .
Al single coprotagonizado con Arquero ya le dedicamos unos párrafos en esta nota de anuncio del disco.
El escrito de Sebastián Cebreiro frena un poco el buenismo del resto de las letras de La Vela, pero sin enrabietar demasiado su música. Cuidado. Se pueden aguantar y llorar muchas cosas, pero hasta cierto punto. El límite de lo que no quiere soportar, El Cebolla lo pone en la sonrisa de diseño / Y que su sueño sea así, además de en lo que esconde su silencio / Atrás del miedo y tras de ti . Aquí un sintetizador psicodélico sí que irrumpe con claridad a mitad de la canción haciendo girar la portada. Aunque el término “psicodélico” lo inventó el psiquiatra inglés Humphry Osborn como “aquello que manifiesta el alma”, Cebreiro nombra al francés Lacan, quien dijo que “la intimidad es insoportable”. Pero solo hasta donde diga El Cebolla.
Jugando con fuego tiene el arranque más duro y garajero del disco. Ahora me toca a mí . El Enano asume su turno con el punto cabreado que parecía faltarle a Lo pactado. Otra referencia a la economía puerca del amor, que arrolla benéfica: Venimos a donar / El amor que tu reino no puede pagar . Troya sin final hasta otro estribillo canónico de La Vela Puerca. Un Vas a saber lo que es medio hablado anuncia el ataque de un potente solo de guitarra que acaba descarrilando hasta el estribillo. Me rezonga el amo ¡A montar quilombo!, pero siempre tengo claro lo que soy .
La perla negra de un disco básicamente bailable. Una línea de bajo que da un ambiente más turbio que el de Para no verme más y menos agitado que el de Requiem por vos hace las veces de péndulo hipnótico para viajar a la desilusión. Ahora se hace imposibilidad el tiempo ( No puedo ir para atrás) y autoflagelación hurgar en el recuerdo (también me lastimé / Solo por las timar). Son esos días de desplome y arrepentimiento en que / Muero para llorar / Lágrimas / En tu suelo. Los violines dramatizan la confesión del estribillo y solo un solo de viento aligera el tema y alegra un poquito la guitarra. Más aún a partir de la segunda estrofa los violines capitalizan la tristeza, que es un día de la marmota en el que volando y muriendo son intercambiables. La impotencia de esa gota de sal / A punto de salir se abraza a sí misma con un coro femenino que da un poco de calidez al lamento final.
Otra bonita canción veraniega de la banda uruguaya que, sin embargo, tiene una letra enigmática que camina por el campo semántico de la religión: rogar, perdón, confesión, sacrificar, eternidad, arrepentimiento. Entiendo el estribillo como una referencia al Camino de Santiago, por donde José va levantando cálices y cálices al dolor. Él con una copa de madera cualquiera se conforma, quédate tú la importancia inventada del Santo Grial: Vamos a caminar / Si en Galicia no llueve / Por una catedral / Yo tomo del cáliz y vos del grial . Arroyos de saxo y piano hacen fluir el tema entre expresiones cotidianas ( No me jodas más / Volá por ahí / A ver que encontrás ) y liquidaciones totales ( El infierno cerró / Por exceso de amor ).
Presentado un par de días antes que el disco, Tormenta incluye un timbre de blues que empasta original con la dulzura del frontman de La Vela. Mientras Sebastián Teysera camina silbando armónicas entre pajarillos y callejuelas, Andrea Echeverri (Aterciopelados) pasea bajo su paraguas cuando ya ha cesado la tormenta. La única conexión que une a los solitarios viandantes son las videollamadas a las que nos confinó la pandemia. La letra es un canto a su superación, a la rehabilitación del contacto: Vení, llegá, soltá / Un abrazo / Te espera en mi puerta. Que al final / Somos dos / Contra la tormenta. Que mañana / Estamos de vuelta. Un disco que andaba rastreando nuevos climas como este requería un estribillo de hombre del tiempo: Sé que vas a girar / Otra vuelta dando siempre tormenta / Solo un huracán / Puede hacer que paguemos la cuenta .
Sebastián Cebreiro insiste en la pelea, y en mentalizarse para dar pelea: Conciencia es lo que queda y crecer con lo que hay . Hay que ser realistas con el mundo que nos toca ( Sé que vamos perdiendo ), pero idealistas con el que pueda crearse ( Lo único que nos queda / Es buscar un camino distinto / Sin cambiar de vereda ). El Paraíso es un tema de rock atravesado de parte a parte por la guitarra de Tito Fuentes (Molotov).
El bajo, esta vez más luminoso, sostiene varios ritmos vitales que, sin embargo, padecen de letra enferma. Personalmente, me gustan estas canciones en las que la música y los versos se contradicen. Te dejan en un estado fértil de confusión, sin saber bien hacia donde sentir. Para siempre canta un mal día, un robo, una cagada. Pero lo hace con energía cariñosa, quizá para expulgarse. ¡Echadle una mano al Enano!: Solo quiero saber que no es en vano / Tropezar y volver a caer . Las letras de La Vela suelen cantarle a lo provisional de la existencia pero aquí, por una vez, se hace una pequeña concesión a lo definitivo: Nunca fui de jurar / Pero ayer me animé / Y borré tu canción / Para siempre .
El último bajo del LP se planta pintón en mitad de la pista de baile. Después de toda la nueva propuesta musical de DISCOPÁTICO, que ha sonado tan grave y tan alegre y tan segura de sí misma, un reguero de interrogantes asaltan a este último tema. ¡ No sé! La duda ( Nunca jurar / que yo no fui ) es la sustancia que mueve a La Vela Puerca y que no le permite mantenerse quieta. Después de veinticinco años de carrera, los uruguayos siguen siendo capaces de retar a su propia comodidad para ofrecer sonidos nuevos. Mezclar con gente joven de otros estilos, mezclar con músicos consagrados, mezclar con productores nuevos, mezclar con los de siempre pero de otras maneras. Mezclarnos, eso de lo que nos privó la pandemia por unos meses. Eso de lo que estamos saliendo. Eso de lo que va La Vela Puerca: agarrarnos a lo poco que somos y hacerlo feliz y suficiente. Si hay una flor / Tengo jardín .
Quiero salir del aburrimiento / ¿Cómo salgo? Escuchando a La Vela Puerca. O, mejor, viéndolos en directo. DISCOPÁTICO se presenta en España este 12 de mayo en Mallorca, para luego pasar por Barcelona, Valencia, Zaragoza, Málaga, Granada, Murcia, Madrid, Bilbao y Pamplona.
Etiquetasdiscopatico La Vela Puerca Rock
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