El sistema de frenos de tu vehículo tiene una sencilla pero importante tarea: frenar el vehículo o disminuir su velocidad cuando es necesario. Sin la evolución que ha obtenido este a través de los años, frenar el auto sería más complicado y los accidentes serían muchos más.

Aunque hay varios tipos de frenos de motor, el tambor y el disco, los frenos de disco son los más utilizados. Ya sea que conduzcas un Mercedes, una motocicleta o una camioneta, probablemente tengas frenos de disco en tu vehículo. 

Los frenos de disco son mucho mejores que los frenos de tambor debido a su poderosa capacidad de frenado. Los frenos de disco se manejan sustancialmente mejor en condiciones de clima húmedo. 

En pocas palabras, los frenos de disco constan de dos pastillas que sujetan un disco giratorio. El disco, o rotor, se conecta a las ruedas por medio de un eje. Tú controlas el poder de agarre. Cuando pisas el freno, las abrazaderas se unen en el disco, lo que lo obliga a dejar de girar y hace que tu vehículo disminuya la velocidad y finalmente se detenga.

En un auto, controlar los frenos de disco es tan simple como presionar el pedal del freno o jalar el freno de mano. 

Independientemente del tipo de vehículo que conduzcas, probablemente debes considerar el mantenimiento o el reemplazo de los frenos en algún momento. Es importante comprobar el grosor de las pastillas de freno. Si estas almohadillas están desgastadas, pueden causar daños costosos a los frenos de disco.

No olvides vigilar el líquido de frenos de tu vehículo. Tu auto funcionará de manera más eficiente con una dosis ocasional de líquido para frenos fresco.

Hay varias formas en que los discos de tus frenos pueden mostrar daños. Pueden deformarse, cicatrizar o agrietarse, lo mejor detectar estos signos de daño desde el principio y repararlos lo más rápido posible para limitar más daños a los discos de tus frenos. Desafortunadamente, una vez que se agrietan, los frenos de disco no se pueden reparar. 

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